martes, 2 de diciembre de 2008

Colorless green ideas sleep furiously

"Las ideas verdes incoloras duermen furiosamente". Esta frase, que puede parecer idiota, incluso absurda, resulta que es uno de los grandes logros (junto con la teoría del innatismo del lenguaje) de la gramática generativa, apadrinada por el filólogo, político, filósofo... (y muchos ogos, icos y ofos más) Noam Chomsky. Es conocido, entre otras cosas, por ser uno de los pocos americanos cuya reacción al ocurrir el desastre del 11S fue muy distinta a la de otros compatriotas suyos, ya que Chomsky, condenando claramente el atentado, no dejó de comentar que en varios libros suyos advertía que el gigante EEUU (el país que primero te llama y después te asusta) terminaría pagando caro tantas atrocidades cometidas por todo el planeta.
Volviendo a la frase en cuestión, Chomsky y sus colegas generativos distinguen entre oraciones gramaticales y agramaticales, resultando estas últimas aquellas que tienen una estructura correcta de sujeto, verbo y complementos, pero cuyo significado no se acerca mucho a lo que llamamos sentido común. Ese sería el caso del ejemplo que encabeza esta entrada.
Recuerdo una anécdota: cierta noche, estudiando junto a mi amigo Carlos, ambos nos quedamos estupefactos al ver que un estudiante de informática y otro de filología estábamos estudiando una misma materia: los lenguajes formales de Chomsky. Incluso existen fórmulas para delimitar el grado de gramaticalidad de una oración, pues estos generativos intentan que la lingüística se acerque lo máximo posible a las llamadas ciencias empíricas. De toda esta corriente surgen títulos como "Lingua ex machina: la conciliación de las teorías de Darwin y Chomsky sobre el cerebro humano", de William H. Calvin y Derek Bickerton.
En fin, señores, ya no nos conformamos con afirmar que lingüística e informática o lingüística y genética son disciplinas limítrofes (de hecho existe la lingüística genética), sino que resulta que Chomsky y Darwin, de haberse conocido, trabajarían en el mismo departamento, debido a su cercanía profesional. Bromas aparte, parece que ese es de los caminos más atrayentes que puede seguir un filólogo actual, si pensáis en todo el tema de la robótica y la inteligencia artificial, donde es inevitable la mezcla explosiva entre lenguaje y ordenadores. De hecho, os recuerdo que también existe la lingüística computacional.

* Agradecimientos a mi colega matemático Nepo, que será seguro un lector crítico de este miniensayo, por haberme hecho recordar a Chomsky, cuyo estudio nos llenó de cierta complicidad en el aula de informática de la facultad de Filología.


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