miércoles, 3 de diciembre de 2008

De noche por los jereles

Jerez, tierra de bodegas y caballos, de gomina y de señoritos. ¡Quién me lo iba a decir! Yo viviendo en Jerez. La otra noche hubo salida jerezana, en la que se incorporaron el Pedrito y la Chiqui.

Este principio no vale. Empezamos de nuevo.
La otra noche vinieron a visitarnos el Pedrito y la Mary, hermana de la Pepi... y además salimos en Jerez. Ahora sí podemos continuar.
Pedro llevaba un tiempo planeando esta visita, y a eso de las 7 de la tarde aterrizó en la tierra de Caballero Bonald y los Domecq, de los Delinqüentes y Bertín Osborne, de Kiko el del atleti y los niños de Burberry. En fin, que como en todos sitios, supongo, se encuentran los polos opuestos, sólo es cuestión de buscarlo.

Es por eso que se hacía obligada una visita a La Comedia, bareto canalla del que siempre me habían hablado. Pero no adelantemos acontecimientos.
Al llegar el señor Pedro, nos bebimos unas cervezas en los megavasos de la eurocopa, acompañados por el señor Al Capone. El Pedro ya venía un poco fullero de Sevilla, pues había estado de barbacoa, y desde muy pronto comenzó a dejar ver esa risa floja que él tiene cuando van subiendo los mg de alcohol en sangre. Vimos en el dvd de 24 € (ese mismo que lee hasta los apuntes y te hace un resumen) el video de la boda de su amigo y así pasamos las horas hasta la cena, y mientras Pepi iba a recoger a su hermana, los machitos preparábamos la pasta, esta vez con nata a elección de Pedro.
Como de costumbre, hicimos comida de más, y aún sobro más de lo previsto, pues a la Mary no le gustaba la nata, cosa que desconocía. Pedro sugirió que cuando llegásemos, más fulleros de lo que habíamos salido, habría que atacarle a la comida sobrante, sugerencia a la que me uní, como cabía esperar.




Salimos a buscar La Comedia, y no daba crédito cuando, al preguntar a un grupo de la tercera edad que charlaba tranquilamente en una plaza, supieron indicarlos. ¿Estaría abierto ya el tuburio en sus tiempos mozos? Ya con el coche aparcado, pasamos el bareto de largo sin saberlo, y al preguntar a una pandilla de niñas que nos cruzamos nos dijeron: vamos para allá, seguidnos. La Pepi aguantaba la risa, pues ya no cabía duda de que íbamos a ser los padres de todo el chavalerío. En fin, ya estaba hecho, así que nos entregamos a nuestro destino de comediantes por una noche.
Se trata de un bar localizado cerca de la Plaza de toros, junto a una bodega, no recuerdo cuál. Cuando cruzas la primera puerta, te adentras en un amplio patio con las plantitas cayendo, y a la hora en que llegamos (una de la madrugada aprox.) estaba desierto, pues el antro no se llena hasta las 2:30/3:00 de la madrugada.

















El patio está lleno de unas mesas de madera que le dan a uno ganas de sacar el taperwer con los filetes empanaos y la tortilla de papas, cual domingueros en el campo, y hay varias salas para bailar y un bar con su barra, sus carteles de grupos fulleros y sus firmas canallas en la pared, como apuntó cierto mierda al ver las fotos. Recuerdo que hace muchos años, cuando estuve en jerez con Antonio Gago, vi un cartel de un grupo que actuaba en La Comedia: Mamá Ladilla: "chanquete ha muerto chanquete ha muerto chaquete quete quete quete lala lara lala". Hay carteles de los escarabajos, la banda de la maría, y otros grupos canallas. Nos sentamos en las mesitas del bar el cuarteto formado por pepi, la mary el pedrito y servidor, y comenzamos a degustar licores de la noche acompañados por charla amena y por nuestro amigo Al Capone.
Serían las 2 de la mañana cuando un chaval con una gorra se acercó a pedirme prestado un mechero, diciendo:
―Préstame el mecherito, tronco, para encender el puesto.
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―¡Qué viejo estoy! ―pensé, pues nunca había oído llamar puesto a determinadas sustancias.

Nos fuimos un rato a bailar, y cuando pasamos por el patio, ya era otra cosa. El bar estaba lleno de pibitos con gorros cayendo a sus espaldas, y con la pretensión de comerse el mundo. Las pibitas, por otra parte, parecian pensar solamente en su víctima o víctimas de esa noche, según me contó Pepi por su estrecha vigilancia en el servicio, y nos metimos en la pista a dar unos bailoteos. La música de la pista era mucho más comercial que la de la barra, pero nos servía. Después de una horilla más o menos moviendo el esqueleto hicimos la visita al puesto de los perritos, nos bebimos la última y nos fuimos dirección Plaza de Grazalema. El Pedro intentó zafarse del plato de pasta, pero él ya sabe que con Juan no hay escapatoria, así que saque la botella de Soleá para acompañar, y terminamos sellando la velada con un reportaje fotográfico. Una noche distinta al fin, que por mi parte se agradece, pues hasta el momento sólo conocía de Jerez la Avenida de Lola Flores y el Bereber.

4 comentarios:

valero cortadura dijo...

Gran foto la de la botella de Manzanilla¡¡¡¡¡

Pedro Navarro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Es bonito leer un relato moderno ,joven y divertido , canalla como bien se repite en el texto .La música de eze tipo pide golgorio cierto es ,besote para todos.Gonza.

JUAN F. SÁNCHEZ dijo...

Hola Gonzalo, hace tiempo que no uso este blog, pero igualmente te agradezco el comentario. Saludos. Juan